No me puso el pie, me dio la mano

 Por Juan Daniel Martínez

Tengo, desde hace un tiempo, la posibilidad, de tratar más de cerca con el senador Carlos Castillo. Conozco a muchos hombres de Ocoa que están en la función pública y también los aprecio y respeto.  Las comparaciones son odiosas y propias de mentes estrechas. El descarte por pensar diferente es propio del temeroso. La exclusión del entorno por rescatar virtudes de los accidentales oponentes es común en los inseguros.

 No comparo a nadie con nadie. Hoy hablaré del senador y de la impresión que me causa.
Al estar más en contacto con él, descubrí a un hombre con un fuerte compromiso solidario. Suelo esperar para saludarlo mientras realizo otras tareas.

Me gusta conversar con él como iguales. Esa es la sensación que tiene todo aquel que se le acerca sin prejuicios, se encuentra con un hombre culto, formado, práctico y dispuesto al diálogo. Con él se puede hablar de política, historia, cultura general, cosas de la ciudad, de familia y más. Se adapta con naturalidad a su interlocutor. En una de las charlas supe que, hace algún tiempo, escribió un texto titulado: " Cuando no era político”.

Me llamo la atención y le pregunte por qué el encabezado de su comentario? Carlos Castillo me comenta que no le gustaba la política y entró a ella, para desde adentro, ayudar a modificar las fallas que le veía. 

Su esencial preocupación era observar que en la misma no existía la perspectiva social y humana, por lo menos no era una prioridad generalizada entre los políticos de turno. Cuando llega a San José de Ocoa se ocupa de trasformar la política con proyectos incluyentes para la juventud,  las mujeres y los envejecientes.

No promete ni crea falsas expectativas. Tampoco es amigo de la caridad sino de la solidaridad. El objetivo es asistir con paliativos provisorios sin condenar al ciudadano que lo necesita a esperarlos siempre. 

Se brinda ayuda pero se ayuda a ayudarse, mediante la educación superior, por ejemplo.
Lejos de lo que se entiende por ser un buen político que mantiene dependiente al ciudadano, existen los políticos que no hacen de la política un medio para organizar su séquito de seguidores vitalicios. 

Esta perspectiva del quehacer político es más laboriosa porque pide una estructura compleja que la sostenga y a su vez, es la concreción en hechos del real respeto por el otro. Es una mirada solidaria y holística en el amplio sentido de los términos.  Caridades dar un sorbo de agua, solidaridad es brindar todo el agua que necesites para hasta que no necesites más.

¿Se puede ser un hombre con función y cargo político y actuar con buen con criterio y dignidad? Pienso que sí, que se puede hacer política y ser político con coherencia. La demagogia nos es necesaria aunque si una estrategia históricamente muy utilizada por aquellos politiqueros que necesitan de aplausos y vítores constantes. La humildad es un don, no es una cualidad que se compra en una farmacia. Es una virtud de los grandes hombres políticos, en este caso.

Dista mucho de la soberbia enmascarada de los politiqueros que utilizan cualquier argucia para obtener un voto, olvidando que un voto es una persona.  Un político libera, mientras que un politiquero, esclaviza.

Sé que habrá mentes estrechas sacando rápidas conclusiones básicas: ¿Por ejemplo? Que digo lo que digo porque se me paga para decirlo. El pensar así dice más de quien así piensa que de mí. Quien así piensa me dice que él/ella si tiene precio y que solo reconoce cualidades y virtudes en otros si media una moneda. No hablo de un hombre perfecto ni estoy encandilado con espejitos de colores. Tuve y tengo la posibilidad de estar junto a un político con visión de gigante no de enano. 

Eso es lo que motiva mis palabras su visión para gestionar.
Puede gustar más, puede gustar menos pero pasar desapercibido...nunca. No me  puso el piè, me dio la mano y eso en la política ocoeña es decir mucho o no?