Por
Narciso Isa Conde
La
victoria de Chávez, del PSUV y del Polo Patriótico no fue aplastante, pero si contundente.
Tan contundente como para que las derechas venezolanas, colombianas y estadounidenses,
archivaran el Plan-B, esto, el programa sedicioso y desestabilizador que tenía
como punto de partida la acusación de fraude y el desconocimiento de los
resultados electorales.
Ni
cerrada, ni moderada, resultó la diferencia en votos: un millón y medio por
encima y más de un 11 por ciento de ventaja (8, 062, 056 votos Chávez contra
6,468,450 votos Capriles, 55.14% frente a un 44.24% respectivamente);
resultados tan suficientemente elocuentes como para paralizar a los conspiradores
cuyas fuerzas de sustentación, por demás, fueron derrotadas en más de 22 de los
24 Estados de esa Nación,
en las elecciones mas concurridas de su historia republicana (81% del total de
electores).
El
Plan-B y el pretendido retroceso quedaron atrás.
- Nueva oportunidad para avanzar.
El
proceso hacia la revolución en Venezuela, de profundo contenido anti-neoliberal,
antiimperialista y pro-socialista, no pudo ser derrotado en las urnas ni fuera
de ella. Continúa su agitado y promisorio curso, y tiene un nuevo chance para
radicalizarse, profundizarse y expandirse más aceleradamente.
Sí,
ese proceso transformador tiene una nueva oportunidad, sino tan expedita como
hubiera sido si las votaciones hubieran remontado hacia lo aplastante, si
realmente aprovechable para pasar a otra fase en el cumplimiento de metas
estratégicas postergadas mas allá de lo
conveniente y dar inicio a otro periodo con mayores énfasis en la
determinación de superar las limitaciones y deformaciones que lo traban y
lentifican; y que, por demás, le sirven de alimento a las derechas y a la
contra-revolución en su peligroso y persistente proceso de reagrupamiento,
unificación y fortalecimiento político.
Los
resultados fueron muy buenos, incluso en un nivel que posibilitan avanzar en
mejores condiciones. Pero ciertamente no lograron erosionar, contener y
replegar el proceso de ascenso relativo de las derechas, ni afectar en grande
su poder hasta meterlas en crisis, bloquear su recomposición y obligarlas a desintegrarse.
De
parte del comandante Chávez, con su serio problema de salud a cuesta, el
esfuerzo resultó titánico y la actitud heroica, con la ventaja de poder exhibir
y esgrimir las extraordinarias conquistas sociales, culturales y políticas
alcanzadas, incluida el rescate de la soberanía nacional y del proyecto continental hacia la nueva independencia:
pero marchando a contracorriente del
negativo repunte de la corrupción y la ineficiencia
administrativa, del incremento de la inflación y del
creciente y el alarmante auge de la delincuencia y la inseguridad ciudadana.
En
consecuencia, el posicionamiento post-electoral de Chávez, el PSUV y el Polo Patriótico no es el óptimo posible, pero si muy
favorable para contra-atacar a las derechas políticas, a la gran burguesía
tradicional y al imperio; que si bien se quedaron cortos para revertir el
proceso y/o enturbiar la situación, lograron captar un respaldo en votos
superior a ocasiones anteriores y así acortar distancia electoral respecto al
torrente electoral de la revolución.
- El crecimiento electoral de las derechas y sus
causas.
Casi
seis millones y medio del total de votos depositados es un espacio político significativo,
sobre todo después de 14 años de ejercicio del poder revolucionario y viniendo
de una sensible dispersión y reducción de su influencia electoral registrada en
la etapa inicial de la revolución bolivariana.
Un
espacio reaccionario que desde el campo revolucionario es preciso erosionar,
reducir e incluso desintegrar, para que no siga siendo una amenaza permanente
de freno y retroceso en un contexto de transformaciones sociales profundas y
amplia democracia participativa.
¿A
qué se debe ese crecimiento electoral sostenido de las derechas “escuálidas”?
¿
Que le ha pasado al PSUV y al Polo Patriótico que no han podido ampliar su
margen de ventaja remontando el
umbral los nueve, diez, once… millones
de votos en el contexto de un crecimiento de los/as electores/as y de los votos
depositados?
Responder
acertadamente estas interrogantes es una premisa necesaria para encontrar las
mejores soluciones al importante problema planteado.
En
verdad el nivel de votación alcanzando por la llamada Mesa de la Unidad Democrática
(MUD), no solo se debe a la sumatoria de sus componentes bajo las órdenes y
“estímulos” del poder imperialista estadounidense y de la gran burguesía
venezolana y sus aliados en el continente.
Parte importante de las bases económicas y las influencia políticas
de las derechas venezolanas tienen mucho que ver con su existencia social como
clase propietaria, como poder del gran capital, como poder capitalista
industrial, comercial, financiero, mediático… con fuertes incidencias en el
mercado externo e interno y construcción de ideología y cultura de la opresión.
Tiene
que ver con el peso histórico y actual de su modelo de consumo y sus
capacidades para alienar, confundir y denominar las mentes de los seres humanos
que integran esa sociedad.
- Respuestas superadoras desde las fuerzas
transformadoras.
De
ahí la importancia de la expropiación y socialización de sus medios de
producción, distribución, prestación de servicios, comunicación, educación y
alineación.
Se
trata de atacar más a fondo sus bases económicas internas de sustentación, el
poder real y sus mecanismos de reproducción y enajenación; como también su
capacidad para especular, distorsionar
el mercado, sabotear la economía social, entorpecer, bloquear mecanismos de
defensa popular y enturbiar planes de bienestar colectivo.
Se
trata de eliminar sus enclaves y controles económicos y de limitar los flujos
comerciales, la logística imperialista transnacional y las influencias
externas, que alimentan la contrarrevolución y sus agentes políticos
Pero
se trata también de reducir más aceleradamente sus medios disponibles para reproducir,
reciclar y recrear ideología capitalista, religiosidad conservadora, modelos
virtuales diversionistas, cultura burguesa, recolonizadora, patriarcal,
racista, xenofóbica, adulto-céntrica y homofóbica.
El
poder del gran capital privado sobre la
producción mercancías, el dinero y las ideas, sobre el mercado importador, el
mercado interno, los servicios y el empleo; su capacidad para subordinar vía
contratos grandes redes de empresas pequeñas y medianas de servicio, negocios y
producción…, si bien no tiene la fuerza que tuvo en la llamada Cuarta
República, si bien ha disminuido considerablemente a consecuencia de las
nacionalizaciones y expropiaciones parciales y con el incremento del poder del
Estado, es claro que no ha sido erradicado
en la medida necesaria, conserva fuerza relativa para provocar las distorsiones,
alimentar la contrarrevolución y la contrarreforma, y generar los peligros y
amenazas
identificados/as.
Avanzar más en las expropiaciones y
socializaciones conlleva también el debilitamiento político del gran capital y
sus expresiones partidistas.
La
inflación que afecta por períodos la popularidad del proceso transformador y
favorece a las derechas opositoras, no esta desvinculada de esa realidad social
en materia de propiedad y del enorme peso de las importaciones a consecuencias
del retraso en la superación del carácter fundamentalmente rentista-petrolero
de la economía venezolana; no es ajena al control privado sobre una parte
importante de las importaciones, no está al margen de la especulación que
acompaña su distribución en las redes comerciales privadas no reguladas, y a la
corrupción estatal que dentro de esa macánica especulativa diezma lo social en
favor de las ganancias privadas.
La propiedad de la gran burguesía venezolana sobre los medios de comunicación alcanza al
80% del total de los mismos, lo que se traduce en reproducción y remozamiento cotidiano
de la ideología y la cultura burguesa y pro-colonialista; potenciadas en grande
por las grandes cadenas de comunicación estadounidenses y europeas Esto a su
vez favorece la influencia electoral de las derechas políticas y la promoción
de todos los antivalores que favorecen el retroceso. Por eso el cambio en la
correlación de fuerza en ese orden resulta imperioso.
Iglesia
católica institucional, sectores fundamentalistas, entidades sionistas,
universidades y grandes colegios privados, que todavía imperan con fuerza a
consecuencia de los déficit en la socialización y laicidad de la educación y la
cultura, impactan negativamente las nuevas generaciones; mientras un cierto
abandono político y un mal tratamiento a la emblemática Universidad Central de
Caracas en manos de las derechas, así como diversos déficit en la enseñanza
publica universitaria y media, alimentan el negocio privado de la educación.
Las principales fuerzas críticas del
capitalismo, incluido el liderazgo nacional, no se han empleado a fondo en el
desmonte progresivo de las ineficiencias y la cultura paternalista, facilista y
clientelista, funcionales al rentismo
petrolero y a la hipertrofia de un Estado súper-propietario con recursos
abundantes.
Esto
también gravita fuertemente en el retraso de la construcción de una economía productiva socializada, necesaria para
garantizar soberanía alimentaria y reducir los efectos perniciosos de la crisis capitalista mundial.
En
otro orden, el burocratismo, generador de nuevas prácticas de corrupción y
odiosos privilegios partidistas, genera a su vez un progresivo rechazo, perdida
de entusiasmo y de esperanza en una parte de la sociedad que no comulga con las
derechas pero que a la vez se distancia emocionalmente de la izquierda
estatista, inclinándose o por inhibirse y o por el voto castigo al oficialismo,
sobretodo a nivel legislativo, estadual y municipal.
Las
misiones sociales impulsadas por Chávez, especies de “by passes”, saltan el Estado burocrático, compensan deficiencias y
logran resultados plausibles; pero a la vez crean paralelismos, duplicaciones
de funciones y costos
Ese
cuadro de debilidades, limitaciones y errores, retrasan las transformaciones llamadas a reducir la realidad
económica, social y cultural de las derechas y a disminuir a la
oposición política derechista.
Definitivamente
lo nuevo no termina de triunfar y lo viejo se resiste a perecer, por lo que la
radicalización, una especie de revolución contra el estancamiento estructural
relativo y los rezagos más perjudiciales, debe abrirse paso.
- ¿Conciliación con el capital o radicalización en
su contra?
No
faltan los que desde el poder estatal, que no es lo mismo que el popular, ante el
crecimiento relativo de las derechas, plantean soterradamente la “necesidad” de
pactar con ellas para supuestamente reducir su beligerancia.
Esos
sectores del oficialismo, parte de ellos convertidos en “boli-burguesía burocrática”, son a su vez adversos a la radicalización,
al avance de las transformaciones socialistas y al desarrollo y expansión del
poder popular en detrimento del Estado Burocrático. Son la retranca interna del
proceso, la cual le facilita el trabajo
a la contra.
Actúan
como socialdemócratas, como reformistas y quieren reducir el modelo venezolano
a esas coordenadas, que en definitiva equivale a la muerte progresiva de la revolución
y al bloqueo del camino socialista renovado.
La
radicalización del proceso, por tanto, es vital para su consolidación y
legitimación en gran escala, y para el inicio de una etapa que resulta conveniente
no solo cara a las elecciones de diciembre, en las que las derechas, la burguesía
dependiente y sus padrinos imperialistas se proponen avanzar en la conquistas
de más gobernaciones y alcaldías para tratar de cercar institucionalmente al
Presidente Chávez, sino también cara a las elecciones parlamentarias del año
próximo y, sobretodo, para la fortaleza, la consolidación y estabilidad
estratégicas del proceso revolucionario venezolano y continental, en tanto
tránsito al nuevo socialismo
La
radicalización da más garantía de victoria inmediata, crea mejores condiciones para
las elecciones del próximo año y es clave para acestarle la derrota estratégica
necesaria a la gran burguesía transnacional y local,
Es
clave para superar las relaciones, el modo de ser y la ideología capitalista,
que sus sustentadores, todavía impunes, siembran y reproducen constantemente.